Educación emocional para niños: técnicas para enseñar a los niños a identificar y gestionar sus emociones.
- Cendi Sierra Fría
- 5 oct 2024
- 2 Min. de lectura
La necesidad de ser sostenido emocionalmente por otro y la búsqueda e interés en la relación humana son rasgos de salud mental que el niño manifiesta desde el comienzo de su vida.
(BOWLBY, J 1989)
El término “inteligencia emocional” se refiere a la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales de sí mismo y en los demás.
Inteligencia emocional no implica acumular emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.
En la primera infancia, el niño carece de la capacidad de regular por sí mismo sus estados emocionales y queda expuesto de reacciones emocionales intensas. La regulación afectiva solo puede tener lugar en el contexto de una relación con otro ser humano.
El contacto físico y emocional acunar, hablar, abrazar, tranquilizar permiten al niño establecer la calma en situaciones de necesidad e ir aprendiendo a regular por sí mismo sus emociones.
Las emociones tienen dos grandes ventajas:
1. Apoyan la memoria. Cuando vivimos algo que nos provocó una emoción especial lo recordamos con precisión, el día, la hora, los detalles. En contraparte, algo que no relacionamos de modo emotivo, ni siquiera lo recordamos aun cuando haya pasado ayer.
2. Detectan las amenazas con rapidez. Logran agudizar nuestros sentidos y se transforman en reacciones bioquímicas que nos muestran nerviosos, inquietos, tensos, angustiados, pero alerta para responder a esas situaciones con rapidez.
¿Cómo promover un desarrollo emocional favorable?
De 0 a 6 meses
• Atender y responder a las necesidades y los deseos del bebé para su alimentación, sueño e higiene: “Un niño crece con amor y proteínas”.
• Organizar rutinas para las actividades del bebé: la comida, el juego, el sueño.

De 7 a 12 meses
• Jugar a cubrirse la cara con un trapo para que el bebé la destape y luego que se tape él (construcción de la diferencia entre la presencia y la ausencia, entre el yo y el mundo externo).
• Ubicarse con el bebé frente al espejo para que se reconozca.
• Poner palabras a lo que le pasa al niño tanto en situaciones positivas (“estás contento”) como en situaciones desfavorables (“estás inquieto”,“estás triste”, “tienes sueño y te pusiste fastidioso”).
De 13 a 24 meses
• Organizar tiempos para leer o mirar libros con el niño. Cuando es muy pequeño, se puede imitar sonidos y voces diferentes para ganar su atención.
• Usar un lenguaje claro y sencillo para explicarle las cosas.
De 25 a 36 meses
• Promover todas las actitudes que tiendan a la independencia y la autonomía: estimular el contacto social, comenzar el control de esfínteres, promover cierta autonomía en la higiene personal: alentar al niño a intentar lavarse o vestirse solo, a ir a dormir solo.
• Incitar al niño a cumplir consignas sencillas, a controlar sus impulsos, a
esperar su turno, a aceptar consignas de orden.
• Estimular la adquisición de la lengua materna, en palabras o frases cortas,
utilizando el “yo” y otro uso adecuado de pronombres (mío, tuyo, etc.).
Ampliar el relato sobre los sucesos de su vida. Ayudarlo a reconocer los
lugares familiares por su nombre.

Referencias
Caballero Salguero María José (2011) Importancia de la inteligencia emocional
como contribución al desarrollo integral de los niños.
Vigilancia y promoción del desarrollo integral del niño. Cartillas de promoción.
Laboratorio de seguimiento del neurodesarrollo. Instituto Nacional de
Pediatría de México.
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